viernes, 2 de abril de 2010

La identidad del mexicano "made in USA"

Hoy fui a ver la película The perfect game (El juego perfecto) donde se narra la historia del grupo de niños regiomontanos que ganaron el campeonato americano de las ligas pequeñas de béisbol en 1957, haciendo, de esa forma, brillar a la ciudad industrial de Monterrey sobre el mapa.

Fui al cine pensando que vería una película mexicana, por eso lo primero que me llamó la atención fue que estuviera doblada al español. Una vez me di cuenta de que se trataba de una producción norteamericana me vino a la mente mi clase de Filosofía en México porque en dicho curso estudiamos los textos de filósofos mexicanos en los que parece ser un tema recurrente el problema de la identidad nacional. Entonces confronté esas dos experiencias que traía conmigo: por un lado la de una película en la que se ensalzaba al regiomontano (y por extensión al mexicano, al latino) y por otro lado la de un selecto grupo de intelectuales preocupados por la identidad del mexicano aplastada por el peso de la corona española y el imperialismo yanqui. 

Fue en ese momento cuando vislumbré por qué nunca solucionaron nada los pensadores mexicanos preocupados por su identidad nacional... precisamente porque estaban preocupados en señalarla, evidenciarla, subrayarla e incluso exagerarla y nunca se ocuparon en encontrar soluciones y, por ejemplo, dibujar una como hicieron los vecinos del norte con esta película.

Pero por qué una iniciativa de este tipo nace en América del Norte. Pues bien, aunque es razón de peso suficiente el que hace unos años se conmemoró el medio siglo de aquel triunfo, no se puede pasar por alto la gran cantidad de chicanos, pachucos (por retomar algunos términos de nuestros pensadores), latinos e hispanoamericanos que ahora habitan del otro lado de la frontera y que desde allá parecen interesados en resaltar su identidad mediante este tipo de desplantes, a los que se suman películas como Beberly Hills Chihuahua o Nacho libre, los monólogos de George López y la participación de Guillermo como actor secundario del programa de Jimmy Kimmel Live!

Bien es cierto que quizás el incremento de referencias a latinos en los medios masivos de comunicación estadounidenses se deba a que gran parte de la audiencia sea latinoamericana, pero sobre lo que quiero hacer hincapié es que, aunque sea en forma de sátira, del norte nos están llegando caricaturas de nuestra identidad creadas por personas que, sea cual sea el motivo, se ocupan en hacerlas y difundirlas a gran escala mientras algunos estudiosos mexicanos, preocupados por la identidad nacional, se quiebran la cabeza y arañan la cara señalando con horror ese vacío una y otra vez (pues parece que de ello viven) sin ponerse manos a la obra y ocuparse en forjar una identidad nacional que, dicho sea de paso, sabemos es construida.

A quienes así se preocupen los invito a no dejar en manos del vecino la labor que a su hogar corresponde. Al escribir esto tengo en mente un reciente coloquio sobre Filosofía Iberoamericana y Mexicana y las presentes actividades que se realizan con motivo del Bicentenario de la Independencia y Centenario de la Revolución Mexicana.

jueves, 11 de marzo de 2010

El papel de los filósofos según Avicena y su actualización

Avicena (980-1037) fue un filósofo, teólogo y médico persa que conjuntó la tradición islámica con el aristotelismo y el neoplatonismo. En su libro Cuestones divinas afirma que la Verdad sólo es revelada a aquél que entre los hombres ha alcanzado la perfección en su alma y ha adquirido costumbres equivalentes a las virtudes prácticas [p. 178]. Este hombre es el Profeta y su deber es promulgar la Verdad entre los hombres, pero se topa con la dificultad de intentar convencerlos a través de argumentos lógicos y metafísicos que la gente no tardaría en negar, discutir entre sí e incluso llegar a abrazar ideas contrarias al bien sobre el cual se cimenta el pueblo. Por este motivo el Profeta debe optar por promulgar la Grandeza y Majestad de Allah mediante símbolos y ejemplos que estén al alcance del pueblo [p. 180]. Sin embargo, para no desvirtuar la Profecía, el Profeta debe introducir entre los símbolos populares guiños destinados a los filósofos o "proclives al estudio" [ibídem] para que mediante ellos accedan a la Verdad.

Llama la atención que al Profeta se le encomiende preparar un discurso (el Corán) cuyo objetivo sea convencer al pueblo mediante la fe y además servir de guía en el camino hacia la revelación para los filósofos, los únicos capaces de acceder a la Verdad mediante la razón.


Me permito hacer un salto de 1000 años para retomar esta idea en la actualidad, momento en el que se puede comparar la figura del Profeta con cualquier individuo o institución que se diga poseedor de la verdad y se sirva de algún medio popular para convencer al pueblo de seguir su camino. El papel del filósofo, actualizando el pensamiento de Avicena, consiste en acceder a la verdad que subyace en el discurso de los profetas y analizarlo ya sea para consolidarlo como proponía Avicena o criticarlo como llegó a hacerlo más tarde Averroes y, por qué no, una vez hecha filosofía su reflexión convertirse en profeta y poner al alcance del pueblo su verdad.

jueves, 4 de marzo de 2010

Breve introducción a la antropología cultural

Desde las primeras culturas el hombre se ha interesado en responder la pregunta ¿qué es el hombre? y la mayoría de sus acciones giran en torno a la resolución de esa incógnita. La respuesta que se da varía en cada cultura aunque todas guarden elementos afines, por ejemplo la visión del hombre como proveniente de una divinidad es común a todas las culturas antiguas puesto que la delimitación de dichas culturas no sólo es cuestión de parámetros espacio-temporales sino que especialmente depende de la religión que profesan; así encontramos grupos judíos geográficamente dispersos que no por ello dejan de compartir los rasgos culturales que los caracterizan.

Pero no sólo es a partir de la reflexión religiosa que el hombre busca respuestas, sino también en su interacción con el medio y se sirve de la Naturaleza para darse un lugar. Para la mayoría de las culturas la naturaleza era parte de la creación divina, pero la forma de interactuar con ella variaba habiendo quienes situaban al hombre por encima de la naturaleza (judíos, cristianos y árabes), quienes lo ponían al mismo nivel ontológico (hindúes) y quienes veían en la naturaleza una vía para expresar sus sentimientos (chinos).

Una vez adoptadas respuestas religiosas y apoyadas en reflexiones acerca del medio en que a las diferentes culturas les tocó vivir, la idea del hombre se consolidó. Entre los judíos el hombre pasó a ser considerado hecho a imagen y semejanza de Dios, un dios que tenía contacto directo con el pueblo gracias a la revelación y los libros sagrados. De la tradición judía surgió una secta que vio en Jesús de Nazaret al mesías y lo comenzó a adorar como hijo de Dios, esta secta formó la religión cristiana que da nombre a la cultura que profesa su mismo credo. Los cristianos heredaron la idea de un hombre hecho a imagen y semejanza de Dios pero completaron su concepción con ideas propias del cristianismo como la hermandad entre los hombres por ser todos hijos de Dios. Los musulmanes de religión islámica son un pueblo también emparentado con el judaísmo y el cristianismo pues el profeta Mahoma toma parte de las tradiciones relacionadas con Abraham (judaísmo) y recibe la revelación del ángel Gabriel (como Abraham y la Virgen María). Las condiciones medioambientales propias del territorio geográfico donde floreció el pueblo musulmán se traducen en escasez de alimento y bebida, por lo que el hombre se tuvo que hacer señor de la Naturaleza y definirse como tal. Algo ajenas a nuestra civilización se encuentran las culturas hindú y china. Los hindúes concibieron al hombre y a la Naturaleza como parte de Dios aunque a diferentes niveles de participación de lo divino y la cultura china vio al hombre como un ser en búsqueda de su naturaleza pero capaz de elegir su modo de vida independientemente del mandato divino que pasa a muy segundo plano.

El modelo de hombre que las culturas construyen genera un patrón de normalidad en cuanto a normas de conducta y con ello se arriba a la moral que a efectos prácticos consiste en definir qué comportamientos son considerados buenos y cuáles malos por una cultura. Del mismo modo en que las respuestas a qué es el hombre son diversas, la moral varía entre grupos humanos presentándose ideas como la judía, cristiana y musulmana en las que los mandatos divinos son reflejo de la moralidad del pueblo, la hindú en la que el hombre por ser parte de Dios está a su servicio pero sus actos lo acercarán o alejarán de él, o la china que ve en el hombre un ser ya sea bueno o malo en esencia pero con libertad de alejarse de su naturaleza.

Finalmente, como punto de partida de una reflexión antropológica propongo que la importancia de preguntarse qué es el hombre radica en que la respuesta dada fundamenta una forma de vivir o, en término más generales, que al reflexión sirve de cimiento para la acción.

viernes, 8 de enero de 2010

Hormona mata neurona o la Razón subordinada a la Materia

Aristóteles, el Maestro por antonomasia, fue tutor de Alejandro, hijo de Filipo, en aquél reino de Macedonia del siglo IV a. C. El texto Le lai d'Aristote (s. XIII) y un capítulo del libro V de la Istoria de las bienandanzas e fortunas de López García de Salazar (original perdido, cuya copia más antigua data de finales del siglo XV) relatan que cuando Alejandro era joven se interesaba mucho en las mujeres, por lo que Aristóteles lo reprendía. El mancebo, para enseñarle una lección a su viejo maestro, concertó con su concubina Phylis un plan cuyo desarrollo se efectuó del siguiente modo:

Phylis comenzó a seducir a Aristóteles y a declararle su amor; éste, al verse en semejante situación, cayó presa de sus encantos y le aseguró la amaba tanto que haría todo por ella. Asimismo, Phylis le dijo que podría hacer con ella lo que quisiere con una condición: que el filósofo se dejase ensillar y montar como caballo siendo Phylis la jineta. Aristóteles, pese algunas reticencias, accedió y cuando ya la concubina cabalgaba en su montura, Alejandro salió de su escondite preguntando a su maestro qué era todo aquello. Aristóteles, conociendo el embuste que le había preparado su discípulo, se disculpó por haberlo reprendido, convencido de que no hay inteligencia de hombre en el mundo capaz de resistirse a las mujereres.

Acaso la metafísica sea "curiosidad de saber lo que no nos importa, el pecado original"1 y la sensualidad "como a Eva, [nos] despierte el instinto metafísico"1 y se generen los dos a la par en el humano; lo cierto es que la lectura sugiere la subordinación de la Razón a la Materia. Bajo este supuesto, los conceptos, las ideas, las esencias y los universales aparecen después de lo concreto; antes de la Razón (como conjunto de razones) no existían los seres particulares, sino que las ahora llamadas cosas constituían un todo indiferenciado, una bien redonda esfera en la que todo es (Parménides). Con el advenimiento de las razones se comenzó a separar lo informe y a etiquetar sus partes conforme a criterios subjetivos (yo y lo otro pudo ser la primera separación). Se creó el Lenguaje, conjunto de lenguas que dieron pie a malentendidos porque al ser se le adjudicaron las cualidades de ser y no ser y, más tarde, poder ser y deber ser. El espacio fue limitado por grupos que compartían razonamientos similares (cultura y sociedad). Los unos estaban bien y los otros, mal: nació la Ética. Las acciones buenas y malas hicieron surgir la Moral. Lo que no cabía en la razón (siempre hay algo que no cabe en la razón) adquirió carácter divino. Se hicieron etiquetas de las etiquetas: los conceptos. Se anclaron conjuntos de etiquetas náufragas referentes a una misma cosa y se formaron los universales, algunos de los cuales adquirieron carácter divino ya que se quiso mantenerlos uniformes, sin cambio, ajenos al razonamiento que todo lo separa y reordena. Por otro lado, los etiquetadores especializados crearon ciencias y dijeron que determinadas etiquetas les correspondían sólo a sus ciencias (aún es fecha); con el tiempo a una misma cosa se le han adherido muchas etiquetas por lo que no se puede ver lo que es, sino lo que parece ser.


 

1 Victor Goti, Prólogo a Niebla de Miguel de Unamuno (México: Tomo, 2006), 14.
2 Ibídem.