jueves, 19 de mayo de 2011

Filosofía no adjetivada


Los universales son construcciones humanas que se definen a partir de la existencia indiferenciada gracias a que el hombre posee inteligencia. Estos universales, como muchas otras construcciones humanas, suelen sobrevivir al hombre.
La Filosofía es uno de estos universales cuya definición no está delimitada como las de muchas otras ciencias, sino que existen tantas definiciones de Filosofía como filósofos. En general se puede afirmar que la Filosofía se define filosofando y que el único ser que hasta ahora ha demostrado tener capacidad para filosofar (sea lo que sea filosofar, de momento no importa)  es el hombre, lo que lo convierte responsable de definir la Filosofía con su filosofar.
El primer problema que se presenta es definir qué es filosofar y filosofar. En primera instancia se podría afirmar que filosofar es una acción cuya definición depende del filósofo que filosofa y que hace Filosofía, pero ello nos llevaría a un ciclo en que cada concepto sea explicado por otro y finalmente ninguno consista en una explicación verdadera. Para evitar esto propongo que en las diferentes filosofías que han existido a lo largo de la historia se puede encontrar una serie de acciones en común que definen la actividad filosófica. Éstas son tres: la búsqueda de una verdad, la reflexión sobre diversos sectores de la realidad que se refieren a fundamentos de la misma y la sistematización de esos resultados. Por búsqueda de una verdad se entiende que el filósofo procura acceder a un conocimiento certero, aunque sea en forma de escepticismo: “no se puede conocer”. La reflexión sobre diversos sectores de la realidad que se refieren a fundamentos de la misma es una actividad que el filósofo realiza y lo diferencia del científico, del poeta, del religioso; éstos pueden llegar a filosofar cuando trascienden los límites de sus respectivos saberes y se preguntan por sus fundamentos, como por ejemplo el científico que se pregunta si la realidad objetiva es dependiente o independiente de que la observemos, o el religioso que se pregunta sobre las pruebas de la existencia de Dios, o el poeta o artista que desde su quehacer reflexiona sobre lo bello del arte o su teleología. Finalmente, por sistematización de los resultados se entiende la inclinación del filósofo a dar coherencia a sus pensamientos y a no dejar resquicios en el conjunto de sus reflexiones.
Cualquier añadido a la forma en que se filosofe se consideraría accidental y también el contenido sobre lo que se filosofe. Estos accidentes permiten que se hable de filosofía empirista, existencialista, de filosofía de la ciencia, de la religión, etcétera. Hay un accidente en el filosofar que particularmente parece interesar a los pueblos hispanoamericanos y es el locativo. Muchos filósofos, estudiosos, profesores y alumnos tienden a estar tremendamente preocupados porque nuestra filosofía lleve el adjetivo americana, mexicana, neolonesa adjetivándola. Esta preocupación por adjetivar nuestra filosofía, en lugar de buscar una verdad, defiende una hipótesis no comprobada, un supuesto o en el peor de los casos una necedad, y en vez de reflexionar sobre los fundamentos se tiende a la comparación (con Europa). Lo único que parece mantenerse es la sistematicidad que se pretende dar a este tipo de propuestas.
Al respecto Leopoldo Zea propone un filosofar sin más[1] que tiene como ejemplo a los grandes filósofos pues ellos se han puesto a dar una solución filosófica (de validez permanente y verdadera) a los problemas que su circunstancia les reclamaba[2]. Según Zea, el problema con los americanos radica en que se han preocupado más en imitar el modo de filosofar occidental que en filosofar sin más[3] de suerte que más que filósofos se han preocupado por ser profesores de filosofía, en consecuencia no han podido sentir los problemas filosóficos como propios porque cuando les aparecen problemas que no entran en el cuadro de lo que se acostumbra llamar filosofía los desechan como no filosóficos y se repite el ciclo en que el americano no filosofa sin más, sino preocupado por imitar modelos[4]. Este temor de estar a la sombra, afirma Zea, sólo es propio de los pueblos coloniales que se quejan de que sus clásicos no sean semejantes a los clásicos europeos[5]. Para hacer auténtica filosofía, filosofía sin más, dice que es necesario revalorar nuestro pensamiento como algo distinto de sus modelos pues esa distinción es la que dará el toque original a la filosofía americana[6]
Por su parte, Enrique Dussel dice que hay que hacer una filosofía latinoamericana que critique a los filósofos europeos para que su filosofía sea superada por la nuestra[7]. Para ello el latinoamericano no puede contar, bajo la perspectiva del autor, con el pensar europeo porque tal pensar nos incluye como “objeto” o “cosa” en su mundo[8]. Esta objetivación anula al latinoamericano como sujeto y le imposibilita el ejercicio de la filosofía, puesto que la filosofía, como se apuntó al principio del ensayo, es una labor que corresponde al hombre en tanto sujeto que filosofa.
Tras la revisión de estos dos autores se puede reforzar la idea de la necesidad de hacer filosofía filosofando. El polo opuesto, el del ser que no hace filosofía, podemos extraerlo de José Ingenieros en su descripción del hombre mediocre como ser rutinario[9], prejuicioso[10] cuya razón utiliza la lógica de los demás y viven del juicio ajeno[11].
Para hacer Filosofía, como hasta ahora se ha propuesto, se requiere de un sujeto que filosofe realizando las 3 acciones esenciales que antes se han señalado. Creo que hasta aquí se puede estar de acuerdo al menos en general en que filosofar consiste en esto. El problema con Latinoamérica no es reconocer que se filosofa, sino que el otro (Europa) reconozca que se filosofa en América Latina. Esta necesidad tiene su origen en la conceptualización de la Filosofía como universal pues con ello se crea un concepto que sobrevive al hombre como individuo y cuya definición, por lo tanto, depende de una colectividad que se encarga de delimitar qué es Filosofía y qué no, quién es filósofo y quién no. Bajo la óptica de algunos pensadores latinoamericanos esa colectividad que define lo filosófico es Europa y por ello busca su aprobación, sin embargo, como se dijo al principio de este ensayo, una acción que incluya esos tres rasgos esenciales es filosófica y cualquier añadido, incluso aquél que pudiera hacer una institución que se jacte de dictaminar lo que es filosófico, no es más que accidental y no por incluirlo se volvería más filosófica una filosofía que otra.



CONCLUSIONES

·         La Filosofía en tanto universal construido por el hombre y que sobrevive a éste tiene 3 características esenciales que la definen como ciencia, lo que vuelve trivial cualquier pretensión de querer adjetivarla.
·         La necesidad de aceptación por una colectividad que parezca definir lo que es filosófico está infundado si se acepta que lo esencial del filosofar consiste en estas 3 características.
·         El establecimiento de una colectividad que señale lo que es filosófico y quién lo sea también carece de fundamento si se aceptan como características esenciales del ejercicio filosófico las 3 propuestas en este ensayo.


[1] Leopoldo Zea, América como consciencia (México: UNAM, 1972)
[2] Ibídem, 6-7.
[3] Ibídem, 7.
[4] Ibídem.
[5] Ibídem, 10.
[6] Ibídem, 11.
[7] Enrique Dussel, Método para una filosofía de la liberación. Superación analéctica de la dialéctica hegeliana (Guadalajara: Universidad de Guadalajara, 1991), 181.
[8] Ibídem.
[9] José Ingenieros, El hombre mediocre (México: Editores mexicanos unidos, 1985), 53.
[10] Ibídem, 54.
[11] Ibídem.

2 comentarios:

José Vieyra dijo...

Hola Bena, no estoy seguro que todas las filosofías busquen una verdad y que tiendan a la sistematización, pues muchas posturas filosóficas carecen de esta forma de presentar sus pensamientos (como sistema). Además puede plantearse un escepticismo en el cual la propia duda del conocimiento sea imposible de disipar. Bueno, son algunas opiniones apresuradas que me dejó tu ensayo, saludos!

José Alberto dijo...

Saludos, Vieyra.

Tienes razón, desde que escribí ese ensayo a la fecha he cambiado mi definición de filosofía y estoy de acuerdo en que no todas son sistemáticas, aunque si bien están las que niegan el Conocimiento su pretensión es conocer su verdad: que no hay conocimiento, etc. Sin embargo tu comentario se entiende.

Seguimos leyéndonos y quedan pendientes las clases de guitarra. A ver para cuándo, señor. Sirve que nos juntamos para hablar de este tema y ¡en francés!

De nuevo: ¡saludos!